Cada niño tiene su propio patrón de sueño y comida y sus propias necesidades. En particular, los bebés recién nacidos no tienen noción del día y de la noche durante las primeras semanas. El bebé simplemente no está acostumbrado a no recibir alimentos durante un periodo de tiempo prolongado. En el útero, el bebé se “alimentaba” a cualquier hora. Por eso, en las primeras semanas seguramente su bebé le despierte por la noche para alimentarse.
Si alimenta a su bebé con fórmulas infantiles, puede turnarse con su pareja para alimentarle por la noche. Naturalmente, en la lactancia también es posible extraerse la leche materna por la tarde y guardarla en el frigorífico (bien cerrada entre +4°C y +6°C durante un máximo de 2 días).
A los tres meses, su bebé alargará las tomas y dormirá más tiempo por la noche que durante el día. A partir del segundo semestre de vida, los niños no necesitan alimentarse por la noche, pues a esta edad el ritmo de hambre y saciedad de un niño sano se establece por completo en el periodo diurno.