Probióticos y prebióticos para bebés y niños
Los probióticos son microorganismos vivos que tienen una influencia importante en la salud intestinal. Como los probióticos están presentes en la leche materna, los bebés amamantados se benefician mucho de estos componentes. Los bebés que no reciben leche materna o que solo la reciben parcialmente suelen necesitar un apoyo adicional para construir una flora intestinal equilibrada. Descubre más sobre el papel de los probióticos en la digestión y su uso en los bebés.
¿Qué son los probióticos?
Numerosos microorganismos positivos colonizan la mucosa intestinal y actúan como un escudo protector frente a bacterias y virus patógenos. Para que el microbioma de la flora intestinal pueda desarrollar su actividad, necesita una gran variedad de diferentes cultivos bacterianos..
Los probióticos son microorganismos vivos y forman parte de una mucosa intestinal (microbioma) que funciona de manera óptima. Pueden transmitirse de madre a bebé durante el parto vaginal, ingerirse a través de los alimentos o tomarse como suplementos. Las bacterias positivas también pueden llegar al bebé por contacto con la piel durante la lactancia.
Las bifidobacterias son un ejemplo de bacterias especialmente beneficiosas en el intestino. Como todos los cultivos probióticos, las bifidobacterias son capaces de digerir los oligosacáridos de la leche materna (azúcares múltiples complejos, HMO por sus siglas en inglés) y descomponerlos en los componentes más pequeños. Estos pequeños bloques de construcción también pueden ser utilizados como fuente de energía por otras cepas bacterianas. Las bifidobacterias son, por lo tanto, especialmente importantes para un microbioma sano y plenamente funcional.
Los prebióticos son proveedores de energía para los microorganismos que forman el microbioma. No son organismos vivos, sino fibras. Estas fibras pueden ser utilizadas por las bacterias como fuente de alimento, lo que les permite obtener energía y multiplicarse. Entre los prebióticos se incluyen:
- Galacto-oligosacáridos (GOS)
- Fructo-oligosacáridos (FOS)
- Oligosacáridos de la leche materna (HMO), un componente de la leche materna madura
Además, los propios prebióticos también actúan en el fortalecimiento de una flora intestinal sana, y su efecto en el sistema inmunitario se está investigando de manera intensiva.
El microbioma —la diversa cultura bacteriana de la mucosa intestinal— aporta una contribución importante al mantenimiento de la salud de todo el cuerpo con la ayuda de probióticos y prebióticos. Los probióticos en el intestino producen sustancias importantes para procesos metabólicos complejos en el organismo (por ejemplo, ácidos grasos de cadena corta) a través del metabolismo de los prebióticos. El valor ácido del pH en una mucosa intestinal sana también ayuda a prevenir que los gérmenes patógenos se multipliquen.
¿Qué influye en el microbioma del niño?
Los recién nacidos no tienen el sistema digestivo maduro de un adulto. El tracto intestinal, que aún es inmaduro después del nacimiento, debe colonizarse primero con bacterias beneficiosas.
Para que esta colonización con cultivos bacterianos positivos tenga éxito, varios factores son muy importantes:
- Cómo fue el parto (vaginal, cesárea con o sin contacto piel con piel en el paritorio)
- si se administraron antibióticos durante el parto
- cómo es el microbioma de la madre (predisposición genética)
- si el bebé fue/es amamantado.
En un parto vaginal, el bebé entra en contacto directo con la piel y las bacterias intestinales de la madre durante la fase de expulsión. El recién nacido, que creció casi estéril en el saco amniótico, se coloniza automáticamente con bacterias maternas en su camino al exterior, lo que prepara su intestino para la digestión que pronto comenzará.
En una cesárea, esta posibilidad de colonización natural se ve limitada debido a las condiciones estériles del quirófano. Aquí es más común que primero colonicen cepas bacterianas menos adecuadas.
Si deben administrarse antibióticos durante el parto, como suele ser el caso en una cesárea, el microbioma de la madre cambia. Esto significa que se transmite al bebé una mezcla menos equilibrada de cultivos bacterianos. Los antibióticos, al igual que la cesárea, suelen ser medidas médicas necesarias que difícilmente pueden evitarse. Sin embargo, con la vista puesta en la salud intestinal del bebé, es importante comprender que la colonización del tracto digestivo es entonces algo diferente. Esto puede provocar cólicos o estreñimiento más frecuentes en las primeras semanas de vida.
Las investigaciones han demostrado que la composición del microbioma también cambia entre generaciones. Los hábitos alimenticios se modifican y alimentos probióticos antes comunes, como el chucrut fresco, aparecen con menos frecuencia en la mesa. Esto explica algunas de las molestias digestivas que se observan más a menudo de generación en generación.
El contacto piel con piel inmediato en el paritorio se practica solo desde hace algunos años y aún no es estándar en todas las maternidades. La situación es diferente en los partos vaginales, donde el microbioma puede transmitirse a lo largo de varias generaciones.
Los bebés amamantados reciben probióticos de forma natural a través de la leche materna, en una composición óptima adaptada individualmente a cada niño. Las predisposiciones genéticas de la madre pueden hacer que ciertas cepas bacterianas no estén presentes en su leche materna. Como resultado, incluso los bebés amamantados pueden tener un microbioma menos equilibrado y sufrir gases o dolores de barriga.
Vorteile von Probiotika für Babys
Rolle von Probiotika und Präbiotika bei der Verdauung
Probiotika interagieren mit dem vorhandenen Mikrobiom, können sich positiv auf das Wachstum nützlicher Bakterien auswirken und produzieren Substanzen, die das Darmmilieu vorteilhaft beeinflussen. Sie legen damit die Basis für eine gesunde Darmflora, die grundlegend für ein starkes Immunsystem ist.
Präbiotika dienen vorrangig als Futter für die guten Darmbakterien. Sie können sich aber auch auflockernd auf den Stuhl auswirken. Bei Verstopfung und hartem Stuhl ist deshalb unter Umständen die Einnahme von Präbiotika hilfreich, um diese zu erleichtern.
Zusammengefasst bedeutet das: Probiotika und Präbiotika sind wichtige Bestandteile eines optimal arbeitenden Mikrobioms im Darm. Eine ideale Besiedelung der kindlichen Darmflora zeigt sich durch eine Verdauung, bei der
- seltener Blähungen und Koliken auftreten,
- der Stuhl weich, dabei aber geformt ist – das gilt für Babys ab Beikostalter sowie für Babys, die Muttermilchersatznahrung erhalten,
- Durchfälle und Verstopfungen nicht oder nur sehr selten vorkommen.
Muttermilchstuhl ist weich und breiig in der Konsistenz und wird deshalb teilweise mit Durchfall verwechselt. Wenn reiner Muttermilchstuhl jedoch schaumig, grünlich oder bräunlich wirkt und streng riecht, klären Sie das am besten in Ihrer Kinderarztpraxis ab.
Rolle von Prä- und Probiotika für das Immunsystem
HMOs als die bekanntesten Vertreter der Präbiotika sind laut wissenschaftlicher Forschung Lieferanten der für die Gehirnentwicklung und Denkprozesse wichtigen Sialinsäure. Sie spielen zudem eine wichtige Rolle bei der aktiven Bekämpfung pathogener Keime und tragen damit zur Reduzierung von Infekten bei. HMOs können die Darmbarriere stärken und sind bei Neugeborenen Teil einer mehrschichtigen Schutzfunktion für das sich entwickelnde Immunsystem. (Walsh 2020)
Probiotika bilden Substanzen aus, die das saure Milieu in der Darmschleimhaut erhalten. In diesem sauren pH-Wert sind zugleich die Überlebenschancen von pathogenen Keimen deutlich schlechter. Probiotika tragen damit zu einer Reduktion von Infekten bei. In einer Studie aus dem Jahr 2014 konnte durch Gabe von Probiotika die Zahl der Säuglingskoliken reduziert werden. Babys, die gezielt Probiotika erhielten, litten seltener unter den schmerzhaften Bauchkrämpfen oder unter Blähungen.
Probiotische und präbiotische Lebensmittel
In welchen Lebensmitteln sind Probiotika enthalten?
Muttermilch enthält zahlreiche lebende Zellen, vorrangig Laktobazillen, Bifidobakterien sowie über 200 HMO-Strukturen (Walsh 2020). Gestillte Säuglinge erhalten somit über die Muttermilch stetig auf ihren Bedarf angepasste Pro- sowie Präbiotika.
Wird ein Säugling nicht oder nur sehr kurz gestillt, kann eine Säuglingsnahrung mit darin enthaltenden Prä- und Probiotika verwendet werden. Optimal ist eine Muttermilchersatznahrung, die sowohl Probiotika als auch Präbiotika enthält, um den lebenden probiotischen Zellen zugleich als Futter zu dienen. Seit 2011 sind Muttermilchersatznahrungen mit Pro- und Präbiotika auf dem Markt und bieten damit sowohl positive Bakterienstämme als auch die zusätzlich benötigten Ballaststoffe.
Ab dem Beikostalter kann der tägliche Speiseplan dann mit leckeren Beikost-Menüs ergänzt werden, die probiotische Komponenten enthalten. Viele Lebensmittel enthalten aufgrund der Herstellungsprozesse Probiotika und eignen sich damit dazu, ihren Beitrag für eine gesunde Ernährung zu leisten.
Milchprodukte
Naturjoghurt, Kefir und Buttermilch sowie einige Käsesorten, wie Gouda und Cheddar, enthalten lebende Bakterienkulturen. Sie werden deshalb regelmäßig für eine verdauungsfördernde Ernährung empfohlen, beispielsweise nach überstandenem Magen-Darm-Virus oder nach einer Antibiotika-Einnahme.
Fermentiertes Gemüse
Ein Klassiker der deutschen Küche ist der fermentierte, mit Salz sauer eingelegte Weißkohl, kurz das Sauerkraut. Beim Haltbarmachen mit Salz (Fermentation) entstehen gute Bakterienkulturen, die das Sauerkraut zu einem verdauungsfördernden Lebensmittel auf dem Speiseplan macht. Das aus dem asiatischen Raum stammende Kimchi ist ebenfalls reich an Probiotika, in der Regel aber zu scharf gewürzt für Babys erste Beikost-Versuche. Sauer eingelegte Gurken enthalten ebenfalls Bakterienkulturen, die eine gesunde Verdauung begünstigen können.
Wichtig: Mit Salz haltbar gemachtes Gemüse sollte vor dem Verzehr sorgfältig abgewaschen werden. Beikost-reife Babys und Beikost-erprobte Kleinkinder können die damit im Salzgehalt reduzierten fermentierten Gemüsesorten als Teil eines ausgewogenen Speiseplans für sich erkunden.
Die ideale Ergänzung zur probiotischen Kost besteht aus Ballaststoffen (Obst, Gemüse) sowie Vollkornprodukten und Hülsenfrüchten. Auch eine ausreichende Flüssigkeitszufuhr ist hilfreich für eine optimal funktionierende Verdauung. Dafür eignen sich bei Babys zuckerfreie Getränke, insbesondere natürlich Wasser oder in geringem Maße Tees ohne zugesetzten Zucker.
In welchen Lebensmitteln sind Präbiotika enthalten?
Damit die probiotischen Mikroorganismen ihre Aufgaben im Darm hinreichend erfüllen können, benötigen sie Präbiotika als Energiequelle.
Diese Lebensmittel sind dafür unter anderem geeignet:
- Bananen
- Erbsen
- Tomaten
- Süßkartoffeln, Kartoffeln, Reis oder Nudeln (gekocht und anschließend abgekühlt)
- Haferflocken
- Mangold und Spinat
- Hülsenfrüchte wie Bohnen und Linsen
- Beerenobst wie Himbeeren, Brombeeren, Johannisbeeren
Ein ausgewogener Speiseplan mit frischer, regionaler und saisonaler Kost liefert im Durchschnitt die optimale Menge an Ballaststoffen. Je vielfältiger und bunter die Speisenauswahl, desto eher ist geeignetes Futter für die probiotischen Mikroorganismen dabei. Eine zusätzliche Einnahme von Präbiotika ist meist nur dann nötig, wenn nach längeren Krankheitsphasen die Verdauung beeinträchtigt ist.
Risiken und Nebenwirkungen von Probiotika bei Babys
Treffen Probiotika auf die bereits mit verschiedenen Bakterienstämmen besiedelte Darmflora, kann das je nach vorhandener Bakterienbesiedelung zunächst zu Blähungen und Völlegefühl führen. Ebenso können leichte Bauchschmerzen, Durchfall oder auffällig weicher Stuhlgang entstehen.
Diese Symptome treten allerdings auch bei einer Fehlbesiedelung des Darms mit vorrangig gasbildenden Bakterien wie dem Proteobakterium auf. Sind außerdem die positiv auf die Darmtätigkeit sich auswirkenden Bifido- und Laktobazillen in der Unterzahl, kann sich das durch vermehrte Koliken, Unruhe und häufiges Schreien bemerkbar machen.
Zu den äußerst seltenen Nebenwirkungen zählen Infektionen durch Probiotika, die aber insbesondere immungeschwächte Personen betreffen. Bei einer diagnostizierten Immunschwäche ist es deshalb unbedingt empfehlenswert, zunächst die behandelnden medizinischen Fachkräfte hinzuziehen.